lunes, 5 de noviembre de 2012

HABÍA UNA VEZ...

Dado que esto pretende ser un blog de carácter eminentemente "cultural", transcribo por su interés la editorial de la revista Ritmo nº 857 de noviembre de 2012.

La podéis encontrar en este enlace: http://www.forumclasico.es/RevistaRITMO/Editorial.aspx


Es costumbre universal de las diferentes culturas que pueblan nuestro planeta contar un cuento a los niños más pequeños, justo antes de que les alcance el sueño, cuando a regañadientes sus padres han conseguido meterlos en la cama. Nuestro niño imaginado, que es un niño de un futuro no muy lejano, y que será padre en un futuro no menos lejano, escucha atentamente el cuento que le cuentan sus padres. Hijo mío, hubo un tiempo en que en los cuentos había músicos, profesores, escritores, editores, estudiantes y otros personajes que formaban parte de otro cuento, más general, llamado Cultura, una princesa que, a su vez, constituía uno de los motores educativos fundamentales de la sociedad, que generaba beneficios sociales a cada país que apostaba por ella, además de generar empleo desde su propio palacio, ya que producía puestos de trabajo y riqueza”. “Y a esa princesa que tú llamas Cultura, ¿por qué ya no la podemos encontrar en los cuentos, papis?”. “Hijo mío –le contesta uno de sus padres–, un buen día un grupo de señores muy bien vestidos y aparentemente bien educados, aparentemente cultos, decidieron de repente que ya no era un deber educativo mantener a nuestra princesa en activo y seguir apostando por ella, tras tantos años de esfuerzos para verla crecer. Decidieron que tu princesa, la Cultura, fuera un entretenimiento, no más, y decidieron comenzar a suprimirla. Comenzaron por las instituciones, algunas con muy pocos medios, como las bibliotecas, a las que les quitaron las ayudas para que siguieran difundiéndola; para que tu princesa siguiera igual de bella y estando en todas partes. Continuaron con las tiendas y con quienes, viviendo honradamente, hacían de la cultura su medio de vida, bien vendiendo libros o discos; porque les aumentaron los impuestos, hasta ahogarlos en sus modestos planes económicos”. “¿Por eso ya no vamos a aquella biblioteca tan bonita a leer y a escuchar música, y en su lugar tenemos que pagar para acceder a ese otro horrible edificio de granito, con esos señores tan malvados –contestó el niño–?”. “Sí hijo, sí, por eso cerraron aquel centro cultural en el que te encontrabas con tu princesa, por falta de dinero para mantenerlo abierto para la población, y por eso vamos muy poco al edificio de granito. Tu padre piensa que la educación cultural debe ser un servicio público y no que, para servir al ciudadano, tengamos que pagar por ella, además de pagarla en nuestros impuestos”. “¿Y a mi profe de música? ¿Por qué tampoco no puedo verlo más?, continúa preguntando el niño, ya con el sueño acechándole–”. “A tu profe –contesta el padre– lo echaron de su trabajo porque, después de eliminar todo lo bautizado con el nombre de ´entretenido´, se decidió eliminar a los que enseñaban lo ´entretenido”. Pero hijo, duérmete ya, por favor, y sueña con tu princesa”.
Permítansenos semejantes fantasías. En la actual situación socioeconómica, no parece disparatado imaginar una historia como esta. Desde RITMO, la revista más antigua de este país y, desde luego, uno de sus padres culturales, nos parece lícito criticar la “política” cultural del actual gobierno, que, literalmente, está eliminando la cultura de la sociedad. Y nos parece que está al borde de lo intolerable algo que hemos leído recientemente en un periódico nacional, no otra cosa que se suprima ya desde la base. Cortar las ramas de un árbol nos parece un atentado, pero talarlo es un crimen. El actual Gobierno ha rebajado, cuando no sencillamente suprimido, las ayudas a la educación musical, que es la que produce los músicos del mañana, los lectores de música del mañana, los asistentes a los conciertos del mañana o los compradores de música y libros musicales del mañana. Para que una sociedad sea mínimamente culta e instruida; no confunda el canto con el griterío; y para que cuando opine sobre música no desafine y se convierta en el hazmerreír de, por ejemplo, la Alemania en la que tanto nos gusta ahora fijarnos, hay que invertir (y no gastar, como ellos creen) en Cultura. Hay que seguir fantaseando con las más bellas princesas, como el niño de nuestra historia.
Seguramente, nadie va a responder ante la catástrofe cultural y educativa que se está provocando; solo con los años comprenderemos el desastroso resultado de tales políticas. Y entonces, cuando el daño ya esté hecho y sea irreparable, nuestro niño será ya único entre todos. Porque irá a la escuela, por supuesto privada, con un “tuper” bajo el brazo, y será de los pocos que hayan entendido lo que sus padres le contaron una vez en el cuento, ya que sus compañeros dispondrán cada vez de menos neuronas activas y conocerán menos princesas. Entrará entonces en el colegio, donde la clase de música se habrá convertido en clase de “entretenimientos económicos sostenibles a ras de costa”, y se sentará junto a un niño, tarugo, que se pasará el día diciendo: “profe, yo quiero ser ministro”.


sábado, 3 de noviembre de 2012

CUADERNOS DE CINE (I): EL ARCA RUSA

Tenemos que retomar la actividad bloguera una vez retirados a nuestros cuarteles de invierno, mientras preparamos nuevos viajes para el próximo año. Hemos pensado en iniciar un par de secciones que queremos sean más o menos fijas, la primera de ellas la estrenamos hoy y se llama "CUADERNOS DE CINE". Todo un mundo apasionante que se nos abre y que hace viajar a nuestra mente sin movernos de la butaca, ideal para el invierno.

Como se trata de compartir con vosotros aquello que nos gusta, iremos presentando películas muy especiales, al menos para quienes esto escriben. Ojalá con ello demos a conocer joyas que merecen mayor divulgación. Seguramente habrá películas que no podáis localizar fácilmente. Pedimos vuestra colaboración para aportar títulos que queráis se comenten y para hacer vuestros propios comentarios, los cuales no dudéis serán publicados.

Para empezar con esta sección se me ocurre empezar con una película muy especial: EL ARCA RUSA, de Aleksander Sokurov, simplemente porque la he visto hace poco y me apetece compartirla. Os dejo el enlace hacia el tráiler y un comentario a la peli.



EL ARCA RUSA
Dir: Aleksandr Sokurov, 2002.
co-producción Rusia-Alemania,  1h36´.

El Arca Rusa de Alexandr Sokurov es un magnífico espejismo, una imagen histórica evocada en una sola toma y secuencia audiovisual que no necesitó de montaje para el registro cinematográfico. La película, rodada en video de alta definición en el actual museo Hermitage de San Petersburgo, se despliega en un continuum, sin interrupciones ni quiebros de lo que parece ser la evocación de un tiempo perdido. Esta obra se convirtió en el largometraje filmado ininterrumpidamente más extenso de la historia del cine, gracias a una steadicam que rodea y sigue a los múltiples personajes de la corte que van apareciendo a lo largo de la trama, así, las imágenes de la historia imperial de Rusia flotan a través de las galerías del museo y se disuelven continuamente como si fueran capítulos de un sueño difuminado.
2El marqués de Coustine, un diplomático francés del siglo XVIII, inicia este recorrido por la historia rusa adentrándose en las salas del antiguo Palacio Imperial. En su trayecto, que se despliega como un viaje por el tiempo, va encontrando los vestigios de Rusia en los distintos salones, habitaciones del palacio y personajes con quienes se cruza. Una sugerente escena muestra un diálogo entre Coustine y un noble ruso, en la que el marqués ataca incesablemente a la cultura rusa. Más adelante, en lo que parece ser una trampa del tiempo o una escena anticipatoria, el marqués se desvía a través de una puerta equivocada y se encuentra en un frío taller al aire libre en medio de la nieve, y escucha atónito una descripción de los horrores del siglo XX que aún no han ocurrido.
3Sokurov, que siempre se ha interesado por temas históricos, ha señalado que su intención en esta película era captar el flujo del tiempo en un estilo cinematográfico, con un lenguaje que sugiere el fin de una época de esplendor y la destrucción de los valores de la sociedad aristocrática. Precisamente eso es lo que El Arca Rusa logra, al observar con una inquietante intromisión la vida privada y la caída de los principales monarcas de Rusia como Pedro el Grande, Catalina II y Nicolás II, quienes no se percatan de estar siendo observados por un narrador que los interpela continuamente. Esto plantea al espectador la contradicción que enfrentaron los gobernantes, el desconocimiento o ceguera de la efervescencia política y los cambios culturales que estaba viviendo la sociedad rusa y por extensión, la europea, frente a la comodidad y estabilidad de la vida palaciega. Estos destellos del pasado evocan un sentido de la historia que es a la vez íntimo y distanciado, en definitiva, doliente, pues la visión que entrega Sokurov refleja que tanta vida, tanta belleza, se desvanece en las brumas del tiempo.
4El Arca Rusa es una historia de fantasmas, personajes que obnubilados por su propio mundo fueron sorprendidos y arrasados, no es extraño entonces, que el lugar físico en donde transcurren las acciones sea en la majestuosidad del Hermitage, museo que es el orgullo de San Petersburgo y el custodio o depósito (el Arca) de la historia y la cultura de Rusia. Por ello, el paso por las distintas localizaciones como el Palacio de Invierno (la antigua residencia de los zares) o la breve ojeada a la vida y obra de Alexander Pushkin muestran una visión evidentemente nostálgica del pasado, que para algunos podría ser interpretada como reaccionaria. Sobre todo si se tiene en cuenta que la película es narrada en un soplo reflexivo, por un artista contemporáneo que despierta para encontrarse a sí mismo en el antiguo régimen. Sokurov realiza un recorrido por el tiempo histórico siguiendo el trayecto de la memoria. Las imágenes aparecen como un lento suceder a medida que el personaje central transita por espacios recobrados. Esta película no solo posee destellos notables de imaginación, sino también nos lleva a pensar en el sentido de nuestros recuerdos; en las imágenes que marcan nuestra memoria y que aparecen con el paso del tiempo.
5La película culmina con una recreación del último gran baile real celebrado en honor al zar Nicolás II en 1913, poco antes de la revolución bolchevique. La pompa y el nacionalismo quedan en evidencia al escuchar la música de una orquesta sinfónica que interpreta piezas de Glinka (compositor que años antes homenajeó al imperio con su obra “Una vida por el zar”) que acompañan  a los cortesanos en la danza mazurca.
6Esta última exhibición de la riqueza y el privilegio es tan compleja que sería equivocado reducir la mirada de Sokurov a una simple nostalgia de la era prerrevolucionaria de zares y siervos. Al contrario, esta extraordinaria secuencia evoca aún más poderosamente la ceguera histórica de una aristocracia dichosa, que ha olvidado que se encuentra de pie en arenas movedizas.

Referencia electrónica

Nicolás Ocaranza, « El sentido de la historia en El Arca Rusa. », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En línea], Imágenes en movimiento, 2007, Puesto en línea el 28 noviembre 2007. 
URL : http://nuevomundo.revues.org/11812

Si alguien está interesado en saber cómo se hizo, puede encontrar el "making of" en Youtube, simplemente buscando "In One Breath - The Making of Russian Ark". Advierto que sólo está en inglés, pero vale la pena.